"El talento no se basa en tener dones que los demás no
tienen, sino en saber utilizarlos". Esta definición referida al talento
humano es válida por donde se la mire en el mundo empresario. Es válida para
quien busca empleo y tal vez ignore que posee capacidades que en ese momento
son requeridas. Y también lo es para quienes demandan una clase específica de
persona para una función determinada y que tal vez hayan pasado por alto que en
su empresa estén trabajando personas con esas características. La concepción
tradicional y antigua de la denominada "relación de dependencia" es
aquella en la que un empleado pasa a ser un ente que llena un puesto de
trabajo, lo cumple con mayor o menor eficiencia y se convierte, entonces, en un
"recurso humano". Más o menos como un torno metalúrgico o una
multicopiadora. ¿Cómo sabe un empresario o un gerente que en su empresa tiene
uno o más talentos aunque desconocidos? Elbert Hubbard, escritor, editor y
filósofo norteamericano concluye en su célebre "Un mensaje a García"
que la clave para lograr el éxito es la voluntad inmediata aplicada a la tarea
encomendada, sin vacilaciones y sin excusas intermedias. El talento surge en
momentos de prueba en los que el esfuerzo es requerido sin otros condicionantes
que la meta a alcanzar. ¿Cómo hacerlo? Allí entra el talento especial de la
persona. El jefe de stock de una gran cadena de supermercados del Gran Buenos
Aires −acuciado por su gerente ante las demoras y colas de proveedores− halló
que el proceso de recepción de mercancía en los depósitos era demasiado lento.
El sistema estaba dictado por los proveedores, que llenaban engorrosas
planillas para asentar cada entrega. Un día, viendo a una cajera trabajar con
sus entonces novísimos facturadores láser, tuvo la brillante idea de trasladar
ese sistema al registro de entregas. Desde entonces, las planillas fueron
reemplazadas por lectores electrónicos. La mercancía entraba como un tren
expreso a las cintas transportadoras y al término de la vertiginosa entrega, el
sistema expedía en 30 segundos un detallado comprobante de lo recibido. Así, el
tiempo de acopio se redujo en un 33% y el empleado fue premiado y ascendido por
su aporte a la agilización de procedimientos y reducción de costos, que, de
paso, también agradecieron los proveedores que pudieron realizar más entregas
diarias que hasta entonces. De eso se trata. El talento duerme donde menos se
piensa, generalmente, en personas a quienes la pomposamente denominada
"gerencia de recursos humanos" jamás considera más allá del marcado
de tarjeta de asistencia y ausencia de faltazos. Hoy día, esa concepción ha
cambiado. Se llama "gestión de talento humano". Es lo actual. Es el futuro.
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