martes, 7 de enero de 2014

Gestión del talento y grafología de empresa

Parece que debería caerse de pura lógica que las empresas, si les interesa -¡¡y
claro que les interesa!!- funcionar, y además funcionar bien, deberían tratar a
los empleados como auténticos recursos, como capital humano, como un valor
y pilar fundamental para el mantenimiento de la organización.
Lamentablemente, esto no siempre es así, y muchas empresas siguen
alimentando su estructura a través de puestos ocupados por “amiguismo”,
intereses jerarquizados, desconfianza hacia el empleado, fomentando la
represión, el miedo y la amenaza en el personal subordinado, ejerciendo el
control absoluto desde la Dirección, y prestando más atención, en definitiva, al
capital económico y al incentivo profesional de las cúpulas que a la columnas
que las sustentan: los talentos humanos.
“La única forma de tener un trabajo genial
es poniendo el corazón en lo que se hace”
(Steve Jobs)
Esto que decimos que debería caerse de pura lógica se llama “gestión del
talento”, y consiste en algo tan sencillamente comprensible como atraer y tratar
de retener a los empleados con mayor potencial para la empresa, y cuyas
cualidades y competencias se adapten más al diseño de cada puesto,
proporcionando así a la empresa un valor añadido, competitivo y sin igual. Y no
se trata tan sólo de seleccionar aptitudes y potenciales, sino también buenas
dosis de actitud y motivación. La aptitud puede atraerse, pero actitud y
motivación, además de atraerse y retenerse en la empresa, tienen que
incentivarse para que no se produzca la “fuga de cerebros”. Para ello, no sólo
es necesario reclutar candidatos más cualificados para cada puesto, sino
también generar programas de incentivo, motivación, desarrollo personal y
profesional a través de oportunidades de formación, crecimiento y ascenso en
la empresa, así procesos de mejora del desempeño.


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