Es un acto inconsciente,
pero a medida que vamos escribiendo van surgiendo toda una serie de signos que
revelan aquellas cosas que ocultamos.
Algunos de esos signos se
llaman en Grafopsicología, “Gestos-tipo”; pero hay a lo largo de un manuscrito
muchos otros rasgos que indican ocultamiento de alguna parte de nuestra
personalidad que no queremos revelar.
El “rizo de la
independencia” se identifica en la letra “p”, es el trazo vertical que inicia
la letra a modo de antena; contra más sobrealzado más altivez, exigencia e
independencia se posee.
El rasgo negativo no está
en el hecho de ser independiente, algo muy loable por otra parte, y a lo que
aspira el ser humano sin dejar por ello de ser también un ser social. Se
trata más bien de una independencia que raya en lo impositivo, de aquel que no
solo tiene dificultades para recibir órdenes sino que también necesita darlas;
verse rodeado de personas que cumplen sus exigencias.
Es muy típico de aquellos
empleados que han pasado a ser jefes en muy poco tiempo.
El “rizo de la mitomanía”
(submodalidad: rizo del subjetivismo), lo determina un trazo final en las
palabras, que puede ser corto pero en cualquier caso añadido y que parte de la
zona superior de la letra estirándose hacía arriba y también puede dirigirse
recto a la derecha. Imaginemos una “o” final de palabra a la que se agrega una
especie de acento pegado a esa letra y que parte de ella hacia el exterior (la
“o” con rabito). Es un rasgo que identifica al mitómano lleno de subjetivismo,
muy rígido en su fantasía, con contaminación mental e ideas preconcebidas y
fijación de éstas.
El “rizo de la vanidad” se
observa en algunas iniciales y mayúsculas, en su altura desorbitada y exagerada
respecto al resto de la escritura y muy concretamente de otras letras de esa
palabra. En este rasgo se oculta la necesidad de ser admirado por los demás,
potenciándose el narcisismo y la vanidad.
El “rizo del ocultamiento”
está patente en la escritura a través de los trazos finales de palabra que son
proyectados por debajo de la última letra escrita, regresando hacía la
izquierda. Sobretodo puede observarse en las “s” finales. Hace referencia a la
dignidad personal, al orgullo, al reconocimiento del Yo, del Soy. Lo que
intenta disimularse aquí es el exceso de orgullo y la falta de capacidad para
la confrontación; se prefiere esconder lo que se piensa para protegerse de
represalias donde su orgullo podría quedar dañado.
En las jambas (parte
inferior de las letras: f, g, j, y, ), las hampas (parte superior de las
letras: b, d, h, t), en óvalos, barras de “t” y signos de puntuación, también
se observan rasgos que identifican características personales tales como la
agresividad y la forma de expresarla, o la tozudez y el orgullo desmedido; la
timidez, la desidia, la rigidez y las obsesiones.
Por ejemplo, las jambas y
hampas exageradamente largas que violan su propio espacio están informando de
confusión en la persona; podemos entender lo que dice pero al final no sabremos
cuál es la idea que ha querido expresar.
El movimiento que se
caracteriza por un aumento progresivo de la presión deteniéndose en seco
en el último momento (la maza) formando un trazo grueso al final de la palabra,
casi de punta cuadrada; nos está informando sobre la brusquedad y las descargas
intempestivas de carácter de que es capaz la persona. Expresa una defensa
ambiental, ya sea por recelo, testarudez, inadaptación o imposición y afán dominador;
Pero también puede darse en artistas de creación atrevida.
El llamado “golpe de sable”
que se da como rasgo en jambas y en barras de “t”, manifiesta a la persona
vehemente, irritable, intransigente, de carácter dominante y agresivo; pero
también, podemos hablar de dinamismo, carácter emprendedor y audaz, muy típico
en grafismos de militares.
Los óvalos dibujados de
forma que se observa un pico (un ángulo) en su recorrido circular determina la
agresividad contenida y el desagrado hacía a alguna área de su vida.
Si el óvalo está pinchado
con el trazo final que regresa hacía el interior, muestra la tendencia
del sujeto a mortificarse.
En la barra de las “t”,
dejamos constancia de nuestra capacidad de trabajo y nuestra constancia, pero
también de nuestra testarudez desorbitada y la agresividad que somos capaces de
mostrar a los demás, lo que imponemos a los otros.
En los signos de puntuación
también puede observarse la ocultación de determinadas cuestiones que,
normalmente, no haremos consciente. Por ejemplo, el exceso del uso de “puntos
suspensivos”, según el Análisis Transaccional, indica una inconsciente pero profunda
animadversión hacía la madre.
Cuidado, no estamos
hablando de quienes utilizan los puntos suspensivos de manera ocasional o
debido a la exigencia literaria, sino de aquellos que lo hacen presente cada
pocas líneas escritas y varias veces en el mismo texto.
Aquí los puntos suspensivos
actúan como una modalidad del “etcétera”. Es algo que se calla pero que
se quiere dar por entendido; es un simbolismo inconsciente que expresa un
sentimiento frustrado donde lo que en realidad se quisiera conseguir es anular
el esquema, la figura, el concepto de la madre.
Los puntos suspensivos
dejan un espacio en el que, si bien no está vacío, no se puede expresar con
palabras.
Encarna Pino Martin
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